Michel Focault intenta mostrar a través de su herbario de antología de vidas, considerada también como leyenda negra, avisos de personas que eran completos anónimos y que por azar y su suerte resultaron escogidos por el.
Estos avisos (por la brevedad en la narración y realidad de los sucesos consignados) no muestran un relato de la vida, sino momentos críticos donde la persona lucha contra su destino, se enfrenta a poder y a su suerte.
Focault intenta mostrar las vidas tal cual fueron, dejar al margen y “suprimir” todo aquello que pudiera resultar producto de la imaginación o de la literatura. Que los textos tuviesen la mayor relación posible con la realidad. No muestra los avisos como un relato de la vida misma de aquellos autores.
Estos avisos son considerados como leyenda negra, “porque aquí se produce como en todas las leyendas un cierto equívoco entre lo ficticio y lo real, aunque en este caso se invierten”. (pág.81). A diferencia de la leyenda dorada, no ha sido transmitida, es una leyenda sin tradición.
El texto se limita a mostrar lo que les pasó y no quienes son, o la historia de su vida. “Si el héroe existió la leyenda lo recubre con tantos atributos imposibles que es, o casi es como si no hubiese vivido.”(pág. 81)
El poder y la existencia misma son puntos clave dentro de estos avisos, ya que muestran violencia, energía y el exceso en la maldad, la villanía, la bajeza y obstinación y la desventura, la mediocridad y en su encuentro con el poder luchan contra el, porque es él quien decide su suerte, todo esto en archivos de encierro, policiales, ordenes reales y lettres de cachet.
Por estas razones, es que el poder se transforma en un objeto de codicia y seducción, lo que lo hace absolutamente temible.
Este discurso exige un lenguaje decorativo, un tanto exagerado, digno de atraer la atención de un superior (monarca). Su retórica y sus efectos de lenguaje “a veces nos encontramos con un suntuoso monumento verbal para contar una oscura villanía o una intriga sin importancia, otras algunas frases breves que fulminaban a un miserable y lo arrojaban a las tinieblas, y en otras el largo recital de las desgracias era presentado adoptando la figura de la súplica o de la humillación. El discurso político de la banalidad no podía ser más que solemne.” (pág. 86)
Para esto, Focault puso algunas reglas para sus “avisos”:
- Que se tratase de personajes que hubiesen existido realmente
- Que sus existencias hubiesen sido a la vez oscuras e infortunadas
- Que esas existencias fuesen contadas en pocas páginas o frases de la forma más sucinta
- Que los relatos formasen parte realmente de la minúscula historia de esas vidas, de su infortunio, de su rabia o incierta locura.
- Que del choque producido entre esos relatos y esas vidas surgiese para nosotros todavía hoy un extraño efecto mezcla de belleza y espanto.
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