lunes, 29 de noviembre de 2010

La historia de un gato gordo y del pájaro que devoró

Era tarde a eso de las 6pm, en un verano caluroso y pausado, las cosas en mi pieza parecian resplandecer y la luz del sol chocaba con el verde de los árboles de mi patio, ilumninando de verde también toda la habitación. En silencio mirando el cielo blanco, marcado con alguna que otra mancha negrusca media amarillenta también de cadáveres de zancudos aplastados por algún libro. Sólo se escuchaba el tic-tac del reloj. Me di vuelta a mirarlo, el colchón de la cama sonó, eran las 6 y treinta, y se integró el tranquilo ronroneo de Zorbas, mi gato rallado con el pecho y patas blancas, el gordo dormía debajo de la cama.
De repente una mancha negra choca a toda velocidad contra mi ventana, chocó una, dos, tres veces. Zorbas se despertó enojado por el ruido, levantó su enorme cuerpo levantandome a mi y a la cama también. Calmado en su enojo, el enorme gato salió debajo de la cama, se paró en dos patas, abrió sus fauces y devoró sin tener que cazar al pájaro negro. Luego de tragarse al plumifero, me miró con sus ojos de luna amarilla, bostezó y volvió a su lugar de siesta.
Volví a escuchar por un rato su ronroneo mezclado con el tic-tac, el sol se ponía y las manchas negras fueron reemplazadas por aquellas plumas que aun daban vueltas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

buenisimo!, me gustó :B