Escucho palabras mudas, palabras sordas. Los días no dejan de pasar, los minutos se detienen en el atardecer fijo y un rayo de luz parte mi alma. Y es que no hay nada más que mirar que las huellas que van quedando en el camino.
Escucho una guitarra, me recuerda todo menos tu, esucho una voz a lo lejos, una lágrima se detiene en medio de mi cara, tiene miedo de caer. No queda otra, no queda más, las soluciones son cosas con nombre de solución, pero nunca fueron solución, nunca solucionaron nada, nunca solucionaron algo.
El ritmo cambia, los pasos se aceleran, no sabrás porqué corres, de qué te escapas, de quién te escondes. Las horas sólo pasan, y tu sentado ahi, pensando en cosas que no quieres pensar. Es inevitable tratar de evitar lo inevitable, pero lo inevitable no deja de ser inevitable.
Asi puedo estar en este minuto, queriendo llegar al fondo de la botella, perdiendome en las burbujas de la cerbeza, explotando en cada trago. Cerrar los ojos y caer.
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