jueves, 26 de mayo de 2011

La Micro

Todos los días tenían algo de igual. Todos los días tenía que irme a la universidad, permanecer los bloques necesarios, almorzar o comer algo que ocupara mi rato de almuerzo (porque nunca fue una hora de almuerzo) y luego, irme. Tomaba la micro todos los días a las 8 de la mañana, independientemente si entraba a las 8.30 a clases o no. Me retiraba por lo general a las 7 de la tarde, o noche (depende del horario).
Sin embargo, hubo un día distinto, fue extraño desde su inicio. Desperté un poco más cansada de lo que habitualmente amanezco, me miré al espejo pero no noté nada extraño en mi cara, las ojeras estaban donde tenian que estar, el resto también. Tomé desayuno, una taza de té con dos cucharadas de azúcar más una tostada de pan con huevo revuelto (muy ricas por cierto), me vestí abrigada (era otoño) abrigo verde moco, botas marrón, pelo suelto, una bufanda burdeo y me fui a tomar la micro de las 8 am. Durante el día fue todo normal, hasta que en plena clase de Literatura noté que faltaba mi destacador naranja, lo había dejado en el velador antes de dormirme leyendo el apunte de Los tres ojos del Conocimiento. Fue terrible porque tengo una maldita manía de tener cada destacador para ciertas materias, el naranjo lo ocupaba para Literatura y el no tenerlo me descomponía entera. Sentí todo el día esa sensación de que algo me faltaba, no podía quitarlo de mi cabeza, empecé a sudar frio, ver todo nublado, y desperté en la enfermería de la facultad. La enfermera de turno me dijo que había sufrido un desmayo, me preguntó que había desayunado, vió mis ojos, mi garganta, el pulso, "debe irse a su casa"-dijo- "su cuerpo no da más con todo su cansancio". Me vi casi obligada a abandonar la faculad, no estaba acostumbrada a irme tan temprano a casa, eran recién las 12 del medio día. Fui al paradero, esperé la micro, me impresionó la congestión de tanta gente a esa hora esperando micro. Dejé pasar unas dos, pero otra vez volvió el destacador a mi mente, asi que tomé la primera micro que pasó (después de las otras dos que dejé pasar) y me subí, pagué, caminé hacia el fondo, no me senté porque estaban todos los asientos ocupados, seguía gente entrando a la micro, cada vez más apretujados y derrepente, ella. Ojerosa, pelo tomado, botas marron, abrigo verde moco y una bufanda burdeo. Le pagó al chofer, tenía cara de angustia, buscaba algun asiento y como estaba todo lleno suspiró de resignación, me miró, enrojeció. Me quise esconder, pero la micro estaba detenida, no podia moverme, ni ella.

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