miércoles, 4 de noviembre de 2009

Nudo de Angustia

Empezó el día mal, no sé que es lo que le pasa al cielo que anda con un ánimo bipolar, se pone a llorar cuando menos te lo esperas, y no hablo de un llanto tenue, sinó mas bien pataletas, un ataque de llanto increíble, de esos que cuando duermes te despiertan de un solo grito. Así que desperté con una especie de dolor de cabeza que no me dejó tranquila toda la mañana, pero no un dolor de cabeza molestoso que no te deja hacer nada y apenas te puedes levantar de la cama, era algo "controlable" que no me impedía seguir con el día, pero estaba presente minuto a minuto, marcándose de a poquito como grandes pisadas diciendome con una sonrisa estúpida y molestosa: "¡hey! aun sigo aqui". En fin, no sabría decir si la culpa fue de la lluvia que me despertó de golpe pero esto no termina aqui.
Como cualquier persona continué mi día, tomando desayuno, con calma, una ducha caliente y ropa cómoda para continuar mi día en la universidad. Tengo muchas cosas pendientes y cosas actuales que me mantienen ocupada, soy una mujer ocupada. Asi que corrí la cortina para poder ver por la ventana y saber que ponerme, una parca o un abrigo, o algo más liviano, una chaqueta o polerón. Fue increíble ver que el cielo estaba completamente despejado después de esa "lluviazón" que se mandó el cielo, no me confié, asi que abrí la puerta y encontré que hacía mucho frío. Me puse un abrigo y salí a continuar con mi día.
Esperando la micro pasó algo raro, para empezar no había nadie, cosa rara porque era una hora donde la gran mayoría tiene que viajar para continuar con su trabajo, laburo, era el comienzo de la jornada de la tarde, ¡ la hora pick !; después el cielo se volvió a nublar pero no llovió, y comenzó un calor extraño, me dio una especie de "aire" en el cuello, y sentí como un calambre en la cabeza, pensé "dolor de cabeza insoportable que no me deja tranquila", saqué mi botella con agua y me tomé una pastilla para que se me pasara. Tome la micro, continuó el día.
Llegué a una hora decente a la universidad a pesar que la micro se demoró demasiado en llegar y en andar, típico de los choferes que andan bien en su hora, y nos cagan a nosotros los pasajeros que andamos con el tiempo corto. Empezó la clase y me costó un poco ver el pizarón, a la profesora se le ocurrió presentar unas diapositivas en blanco y negro, pero con una letra mínima y arcaica, así que me puse los lentes y traté de ver mejor, aunque a ratos veía nublado. Derepente sentí una comezón en el cuello, donde me había dado el aire al medio día esperando la micro, pensé otra vez: "puede ser el sol que me quemó la piel y me dió alergia", pero era una comezón extraña, decidí no tomarlo en cuenta y poder concentrarme en la clase, pero las molestias seguía, y ya no era solo el dolor de cabeza que me molestaba en la mañana, a eso se le habían sumado la comezón y la nubosidad en mi vista, me sentía extraña, mi humor ya había cambiado, ya no estaba tan positiva, esas pequeñas cositas ya me estaban aburriendo, enojando, cansando, y mi atención hacia la materia, la pizarra y la profesora estaban ya casi en un 20%. Mis compañeros y la misma profesora estaban notando mi ausencia en la clase, mi mente estaba en cualquier otra parte menos en esa sala de cuatro paredes, estaban notando mi inquietud, pero trataba de hacerlo lo menos notorio, eso de rascarme el cuello... había pasado para los brazos, y me era más que incómodo escribir, hasta que de pronto decidí ver mis brazos tapados por el poleron, quería saber si tenía alguna roncha, o algo que mostrara esta alergia tan extraña, subí la manga y en la zona que me picaba, a parte de estar roja había algo que jamás en mi vida habia visto, una especie de gusano que se movía haciéndome cosquillas por dentro de mi piel, me asusté tanto que me puse roja en un segundo, y a la vez bajé la manga en vergüenza de que alguien lo pudiera ver. La profesora me vió la cara roja y con los ojos abiertos, y no encontró nada mejor que preguntarme algo sobre la materia que estaban pasando, yo no supe responder, no podía ni siquiera hablar, simplemente hice un gesto con mis hombros en simbolo de no saber la respuesta que ella quería, contagiándole el color de la cara, se puso roja, pero de enojada, pedí permiso para salir y se inchó como un globo, hizo un comentario que acompañaba mi salida de la sala: "no le basta estar en la luna y quiere salir" en forma irónica. Al cerrar solté la puerta, y sin darme cuenta una corriente de aire hizo dar un portaso, para variar la profesora se enojó aun más, a través del vidrio podía ver su cara rechoncha y roja frunciendo el seño y diciendo quisás que cosas de mi, pero eso en ese momento no importaba, lo que realmente importaba era la cosa esa que se movía en mi brazo. Fui al baño y volví a destaparme el brazo, aun estaba ahí, moviéndose la patuda, pero el terror no me dejaba pensar, la toqué con el dedo, parecía una vena, la apreté un poco, y desapareció, en ese minuto creí que había metido la pata, tal vez pude infectarme mi piel, mis músculos, todo!, pero por otro lado tal vez, era un nervio loco que me hacía la vida imposible a causa de esa corriente extraña y ya estaba todo resuelto, terminado y sanado. Pero no pasó un minuto y me vino como un calambre en la cabeza, cosa rara, no sé explicarlo, pero fue como una carie en el cerebro, una "agüita" helada que corria de forma horizontal. ¿Que mierda me estaba pasando?, volvió nuevamente mi visión nublada, llegó una compañera al baño, me bajé la manga e hice como si tomaba agua, "te pasa algo? preguntó, "nada" le respondí, "ah es que la profesora me mandó a buscarte" me dijo, creo me estaba demorando mucho, ya veía la cara de esa señora encima mio diciendome mil cosas que no iba a entender. Caminé con ella hasta la sala, me senté y como lo esperaba, la profesora se paró al lado mio, no quería mirarla porque sabía que me iba a preguntar o decir algo. "La noto muy distraída hoy señorita" me dijo, yo solo atiné a bajar la cabeza, "¿dónde tiene la cabeza?, parece que le hizo efecto la primavera" dijo, a lo que un montón de voces se sumaron en forma de molestia con un "uuuuuuuuuy" extendido. No me pude poner roja ni nada, aun me sentía un poco extraña y mareada con el tema de la "lombriznervioloco" a lo que ya tenía nombre. Volvió a darme esa "carie" en la cabeza, pero esta vez más fuerte, sentía que la lombriz se me salía por los ojos, por lo que me tapé la cara creyendo ya que lo estaba haciendo, "¿te pasa algo?" preguntó mi compañera de asiento, "nada" respondí nuevamente con las manos en la cara, "algo te pasa y no me vengas con cosas" me respondió, "¡nada nada!" le dije un poco alterada, ya estaba cansada exhausta de todo, y no estaba como para responder preguntas estúpidas que invadían mi concentración, no estaba dispuesta a responderle a una niñita metida copuchenta que sólo quería saber la última noticia del momento para después poder comentarla con el resto, primero se hacen las buenas personas y luego te dan por la espalda. En fin, mi angustia fue tal, que no pude despegar mis manos de mi cara, sentía como caían los gusanos en mi cuaderno, y hacía un movimiento sutíl para matarlos sin que nadie se diera cuenta, pero llegó un momento en que ya veía que las páginas de mi cuaderno estaban completamente manchadas y mi desesperación como tal hizo que sin darme cuenta de lo que se venía y sin mi autorización y concentimiento, me saliera un sollozo, que hizo evidente al mundo de que realmente me estaba pasando algo, sentí un silencio, y también sentí que alguien dejó unos pañuelos en la esquinita de mi mesa, agache mi cabeza para que nadie me viera la cara, me tape parte del rostro con el gorro de mi polerón, y saqué un pañuelo y lo puse en mis ojos, se mojó un poco con esos húmedos cuerpos y aproveché de sacar algunos que colgaban atrevidamente de mis ojos. Saqué el segundo pañuelo, también sentía un cosquilleo en mi nariz, asi que decidí sonarla, por lo que sentí como salieron dos o tres lombrices, me dió un asco repugnante, y la desesperación me estaba superando, pero por lo menos ya me habia librado de muchas de esas cosas por lo que sentía un pequeño alivio, por lo menos ya podía controlar un poco mas la situación. Contaba los minutos para que terminara la hora, pero nuevamente la profesora hizo de las suyas, "señorita, ¿podría ud. decirme cuál es la clase y subclase de esta oración?" dijo pausadamente, pero yo no podia responder, ni siquiera podía levantar la cabeza y mostrarle mi cara llena de gusanos o lo que quedaba en ella. "Ya pues, responda, no ha participado nada en clases, debería saber esa respuesta a esta pregunta tan facil, o ¿a caso quiere reprobar?", "no" le dije para lo último "es que me siento un poco mal" le dije para lo primero, "ves que te pasa algo" me dijo otra vez mi fastidiosa compañera, "déjame ver" dijo esta vez sacándome el gorro para poder verme la cara, que metida es que no me deja tranquila, "oh pobrecita" dijo la muy, ya veía esas cosas raras en mi cara manchada, "tiene gusanos" dijo en voz baja, " si quieres te acompaño afuera hasta que los botes todos", ¿hasta que los botes todos?¿que onda que volá de que me perdí?¿porqué lo tomó con tanta naturalidad? ¡eran gusanos!, pero no pude negarme, me sentía invadida de ellos, me dolía la garganta, veía nuboso todo, y estaba mareada, por lo que sentía unas enormes ganas de vomitar, completamente horrible.
Quedaban segundos para que la hora de clases concluyera, hasta que por fin escuché decir a la profesora algo bueno: "bueno niños, nos vemos en la siguiente clase", y en un segundo salí de la sala con aquella compañía que me ayudaba a taparme la cara, salimos de la facultad, específicamente a la parte trasera, y no pude contener el vómito, gusanos por todas partes, hasta de mi nariz, era completamente embarazoso, pero tenía que hacerlo ahí, porque no creía que aguantaría hasta llegar a mi casa.
"Todos estamos cansados, pero tu cada día te ves mas enferma" me dijo con tono amable, "sería bueno que tomaras pastillas, mi médico me las recetó hace tres años, cuando mi abuelo murió, caí en una especie de depresión, la angustia no me dejaba tranquila nunca, y me llené de lombrices que podrían mi cuerpo por dentro, no podía botarlos, hasta que un día exploté peor que tu, ahi empecé a tomar esas pastillas y estoy mucho mejor". No podía creerlo, el término a esta angustia vergonzosa era una bendita pastilla, no lo dudé. Terminando el acto de las lombrices, me lavé la cara y parecía normal, aunque con los ojos un poco rojos e inchados, pero me sentía un poco mas aliviada.
Las cosas de la vida, las menos naturales suelen ser lo mas natural y humano, y lo que menos esperas pasa, las personas no son lo que parecen, y por último, después de aquel tratamiento milagroso, las lombrices no pasaron a ser más que cosquillosas pequeñas gotas de lágrimas.

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