Fue un día agotador, mes agotador, un año estremecedor. Sus pies estaban hinchados, su mente casi en blanco, el mundo giraba de manera muy rápida, el mundo le decía cosas, cosas que el no entendía. Una mente cansada, una mente aproblemada que no podía codificar todos aquellos mensajes externos. Ajeno al mundo, no se reconoció, sus actitudes eran violentas, sus palabras hechas flechas cortaban lenguas. Con la marca de “bestia” en su brazo derecho, violador de la paz. Se aterró de sus pisadas enormes e irreconocibles, se dirigió al baño, se mojó la cara que evaporó con fuego ardiente saliente de sus ojos, se miro al espejo. Reptil escamoso, hibrido, repulsivo. Se aterró, abrió la puerta, dio dos pasos y cayó en el suelo. Pasaron horas. Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
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