lunes, 6 de diciembre de 2010

Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.


Fue un día agotador, mes agotador, un año estremecedor. Sus pies estaban hinchados, su mente casi en blanco, el mundo giraba de manera muy rápida, el mundo le decía cosas, cosas que el no entendía. Una mente cansada, una mente aproblemada que no podía codificar todos aquellos mensajes externos. Ajeno al mundo, no se reconoció, sus actitudes eran violentas, sus palabras hechas flechas cortaban lenguas. Con la marca de “bestia” en su brazo derecho, violador de la paz. Se aterró de sus pisadas enormes e irreconocibles, se dirigió al baño, se mojó la cara que evaporó con fuego ardiente saliente de sus ojos, se miro al espejo. Reptil escamoso, hibrido, repulsivo. Se aterró, abrió la puerta, dio dos pasos y cayó en el suelo. Pasaron horas. Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.

La versión del Pájaro

Una tarde tranquila de verano, con mucho calor, el sol parecía clavarme con aguja los ojos, el sol se ponía y el verde de los árboles brillaba, brillaba tanto que me desesperaba encontrar algún refugio.

Un árbol un tanto fantasma se apareció ante mí, no dudé en ir pero me rechazaba, intenté una, dos, tres veces, hasta que atontado caí en un terror oscuro que me abrazó con una alfombra punzante y un calor más sofocante que las cuchillas del sol. Entonces un aroma extraño me ahogó, hacía que esa cama de espinas en la que estaba acostado no fuera incómoda, el deseo de dormir fue más grande que nunca y el despertar estaba más lejos que cualquier otra realidad.